Miremos nuestras cercanías: Hong Kong y el Brexit

Estamos en Uruguay entre primera y segunda vuelta de la elección presidencial. No lo he olvidado y, como ciudadano, participo en esta coyuntura con alto interés y fuerte compromiso emocional. Argentina, nuestro hermano si los hay en sociedad y política, navega aguas peligrosísimas, en lo económico, lo social y lo democrático. Brasil, nuestro vecino íntimo, emite ondas de extremismo e irresponsabilidad gubernamental y opositora. Chile se agita. Putin y la oligarquía rusa operan insidiosamente. Trump simplifica los problemas de su país y muestra ignorancia institucional. China se introduce en Latinoamérica movida por un hegemonismo nada tranquilizador. Nuestra República Oriental rectifica rumbos políticos y el barrio al que pertenece duele, inquieta y exige razón crítica y, principalmente, autocrítica. Así y todo, me asombra en qué medida nuestros comunicadores, nuestros académicos y nuestras élites omiten dar cuenta, analizar y juzgar (en el sentido de establecer juicios, incluso de valor) determinados acontecimientos y[…]

La política sitiada

La convulsa situación política que atraviesa Chile suma un capítulo más a las crisis que vive actualmente la región, las que denotan, en última instancia, la endeblez de las instituciones políticas en América Latina. Sin embargo, la ocurrencia de estos hechos en un país que históricamente ha ocupado el podio regional en términos de solidez democrática, obliga a una reflexión de mayor alcance. La discusión pública sobre la peripecia chilena ha vuelto a encontrar en redes como Twitter, el canal propicio para el atrincheramiento en posiciones tan irreconciliables como esquemáticas, caracterizadas por los ojos selectivos para valorar circunstancias institucionales complejas en distintos países, blandiendo casos cual si fuesen espadas. Se trata de una exasperante lógica de debate, por el sectarismo y la nula vocación de aproximación conjunta a la realidad. Lo opuesto a la deliberación que debería expresar la mejor cara de la democracia. Abstráigase el lector, por un instante,[…]

Recordemos el pacto: educación e instituciones (Parte I)

En muchas de sus dimensiones constitutivas, la sociedad uruguaya se ha ido introduciendo en una dinámica ciertamente regresiva: reconoce problemas pero tiende a la inercia, prefiere la seguridad de lo conocido al riesgo del cambio sistémico y, entre comodidad e involucramiento, generalmente se inclina por lo primero. El campo educativo, en este sentido, probablemente constituya uno de los ejemplos más claros de dicho proceso. Según los estudios de opinión pública difundidos por diversas consultoras durante los últimos años, la situación de la educación ha permanecido en forma sostenida entre los tres o cuatro principales problemas identificados por los uruguayos. Sin embargo, como escribiera José Rilla en una columna anterior, hemos ido consolidando una actitud de aparente placidez o resignación frente a ella, producto de una amnesia generalizada respecto al origen político y no natural del pacto por el cual delegamos en el Estado –parcial y provisoriamente- la función de asegurar[…]

Sueños y pesadillas

Pinta tu aldea y pintarás el mundo-  “Los tres debates presidenciales fueron aclamados por algunos periodistas como insólitamente reveladores, pero no lo fueron. Como es habitual, las reglas de los debates sofocaron las argumentaciones extensas sobre cualquier asunto, y los periodistas que cubrían los debates escribieron y hablaron casi por completo no sobre argumentos, sino sobre la conducta y el lenguaje corporal de los candidatos.” A pesar de que representan casi a la perfección lo que se vio en cadena nacional el pasado 3 de octubre, las líneas con las que se abre esta nota no fueron escritas pensando en el último debate presidencial uruguayo. Aunque usted no lo crea, fueron escritas hace más de 10 años y forman parte de la introducción a “La Democracia posible”, el excelente libro de Ronald Dworkin del año 2006. Como el lector imaginará, el fragmento alude a los debates presidenciales estadounidenses entre Bush[…]

Entre coaliciones

A pocas semanas de la primera vuelta electoral del 27 de octubre, es difícil escapar del ruido de campaña para pensar en el rendimiento conjunto del sistema. Desde la reforma de 1996 cada elección parece reducirse a una batalla por la Presidencia de la República, sobrecargada además por el extraño mandato que deriva de la segunda vuelta. Jorge Batlle estrenó estas reglas como Presidente, debió armar mayorías en el Parlamento y desde allí logró atajar algunas de las calamidades financieras de la crisis desatada en agosto de 2002. Luego, como es sabido, el Frente Amplio gobernó con mayorías en las Cámaras, en condiciones de legislar en sintonía con el Ejecutivo y de resistir los controles e iniciativas de la oposición. Hace muchos años, entonces, que las mayorías obtenidas en buena ley privaron al país de la práctica del cogobierno entre partidos y, más aún, del tendido de puentes capaces de[…]

Una apuesta equivocada y peligrosa*

Por quinta vez desde 1999 llevamos varios meses de campaña electoral centrada casi exclusivamente en la elección del presidente dividida en tres etapas. Se gastan sumas de dinero cada vez mayores en propaganda, los postes de las calles se cubren de carteles con las fotos de los candidatos, las encuestas de opinión acaparan las páginas centrales de las noticias, los analistas comparan las distintas metodologías de las encuestadoras y hacen conjeturas acerca del resultado del balotaje de acuerdo a quienes lo disputen… todo para decidir un cargo que apenas tiene atribuciones propias según la Constitución. Para que se perciba más claramente el contraste entre lo que establece el texto constitucional y la parafernalia que vivimos cada cinco años, vayamos a la letra escrita. La única facultad que la Constitución le permite realizar sin el consentimiento de nadie es el nombramiento de dos funcionarios, un secretario y un prosecretario. El texto[…]

La relación anómala entre el Frente Amplio y la central sindical

En su columna a propósito de la “privatización” por parte del sindicato municipal de aspectos de la agenda y de la gestión del gobierno departamental, Peixoto interpreta la postergación de la licitación de algunos camiones de limpieza y la renuncia del Ing. Puntigliano como una concesión a ADEOM, la que a su vez se esclarece en el marco del “compromiso con el sector público y los sindicatos que asumió el Frente Amplio desde sus comienzos y que no puede ponerse en duda en año electoral”. En este comentario me propongo llamar la atención sobre algunos alcances generales de esa relación peculiar que ha venido madurándose entre el Frente Amplio y el movimiento sindical uruguayo a lo largo de las últimas décadas.  Como punto de partida tomo las declaraciones recientes del Ministro de Defensa en ocasión de una reunión con militantes del partido gobernante. El Dr. Bayardi reconoció que en algunas[…]

A no llamarse a engaño: ADEOM también privatiza aunque de malas maneras

El sindicato de empleados municipales Adeom se puso en pie de lucha contra la adjudicación privada (parcial) del servicio de limpieza de Montevideo y le torció el brazo a la Intendencia por enésima vez. Esta vez Adeom se aprovechó del flanco débil de las actuales autoridades municipales: el compromiso con el sector público y los sindicatos que asumió el Frente Amplio desde sus comienzos y que no puede ponerse en duda en año electoral. La adjudicación privada que promovía la Intendencia apuntaba a subsanar graves falencias en el servicio de limpieza de la ciudad, que sigue siendo un problema no resuelto desde hace dos décadas y varias administraciones sucesivas. En sentido estricto privatizar significa “transferir una empresa o actividad pública al sector privado”.  Esta transferencia suele realizarse  a través de tres procedimientos básicos. El primero ocurre cuando el Estado se retira de la producción de bienes o la prestación de[…]

La isla del tesoro*

El voto en el exterior está vedado por la Constitución de la República. No hay en esto interpretación posible ni atajos legales para modificar las cosas. Si los uruguayos queremos un cambio en el estatuto de la ciudadanía y en el alcance del electorado podemos hacerlo, pero para ello es necesario, imprescindible, modificar nuestra Constitución de acuerdo a lo que esta dice acerca de cómo cambiarla. Todo lo demás es humo negro, mala combustión. Es lo único que no deberíamos discutir. La ciudadanía está definida por la habitación del territorio desde el comienzo de la república uruguaya, luego de debates arduos entre los constituyentes de 1830 y en un momento en el que, a pesar de las guerras despiadadas, fuimos siendo un país de inmigrantes que miraba abierto hacia el futuro. Ciudadano había que hacerse: vivir aquí, mandar a los hijos a la escuela, conseguir un trabajo, pagar impuestos, pertenecer[…]

Se van para atrás*

El asunto pasó como ráfaga en la plaza pública y merecía más calma: una agrupación de padres de alumnos de escuelas y liceos pidió a las autoridades de la educación participar en las decisiones respecto a la educación sexual de sus hijos, niñas y niños del Uruguay. La petición es extensa y fundamentada, también controversial como lo supone una cuestión de este tipo. Meses más tarde, las autoridades de la educación dieron a esta solicitud –repito: que los padres intervengan en la educación sexual de sus hijos- una respuesta negativa, errónea e incomprensible desde el punto de vista técnico y ciudadano. La negativa es injustificable porque, entre otros tan pobremente expuestos, se apoya en un argumento falaz, visiblemente tramposo: los padres no tienen capacidad ni -en consecuencia- potestad, para opinar sobre lo que sus hijos deben aprender. Ni en aritmética y geometría, o química orgánica, o en poesía modernista …[…]