En su columna de El País con fecha del 8/6/2015, Hebert Gatto comete el mismo error conceptual que Mujica al sostener que las empresas autogestionadas son algo distinto y opuesto a la propiedad privada:
«Tal la autogestión, donde los medios de producción son de propiedad y dirección de los trabajadores mediante su intervención directa, sin la mediación de la rechazable propiedad privada.»
En su artículo Un sueño despistado y perezoso que aparece en este portal, Carlos Pareja demostró con todas las letras qué absurda e inconsistente es esta presunción.
Independientemente de las virtudes que sus promotores les atribuyen de superioridad moral sobre otras formas empresariales, tarde o temprano se enfrentan al mismo dilema que el resto de las empresas privadas: atender los intereses del personal o servir a los consumidores.
De paso, también los sindicatos son organizaciones que representan y defienden intereses privados. Muchas veces estos intereses entran en colisión con los de los consumidores, los de otros trabajadores y los de los desocupados, en particular de aquellos que carecen de antigüedad laboral calificada. Que Mujica haya elegido a los sindicatos como depositarios de su visión acerca de una sociedad más justa es otra forma de discriminación.
M.P.