Un horizonte tormentoso

En un acto del MLN-T, recordatorio de la muerte del Che y la toma de Pando, los diputados Sebastián Sabini y Alejandro Sánchez se expresaron en términos que se han vuelto peligrosamente reiterativos en los últimos años. El primero habló de acumulación del sector popular como un proceso evolutivo que no debería tener vuelta atrás (o sea, que no admite conciliaciones), caracterizó a la oposición democrática de desestabilizadora y añadió algo que debería alertar incluso a muchos de sus propios seguidores: la autonomía universitaria “no es una trinchera para defender ciegamente (…) no es lo mismo con un gobierno de derecha que con uno de izquierda”. Aquí dice dos cosas: 1) no hay asuntos morales compartidos con la oposición democrática, todo depende del signo del gobierno (en Una oveja negra al poder (1), Mujica justificaba la corrupción del gobierno de Lula, a tal punto llega la doble vara moral del ex presidente), y 2) asegurado el poder de la izquierda o, más bien, el de su propio grupo, la independencia de los sindicatos y las agrupaciones estudiantiles pierde sentido. Al respecto conviene recordar la advertencia premonitoria que hiciera Rosa Luxemburgo sobre el destino que le esperaba a Rusia bajo el gobierno bolchevique dirigido por Lenin y copiado luego por los regímenes comunistas: “Algunas docenas de jefes del partido, de inagotables energías y movidos por un idealismo ilimitado, son los únicos que dirigen y gobiernan. Entre éstos la guía efectiva está en manos de una docena de inteligencias superiores. Una élite de obreros es convocada de tiempo en tiempo para aplaudir los discursos de los jefes y votar unánimemente resoluciones prefabricadas. Es en el fondo el predominio de una pandilla. Una dictadura, es cierto, pero no la dictadura del proletariado, sino la dictadura de un puñado de políticos” (2). Rosa Luxemburgo escribió estas líneas en defensa de la democracia representativa destruida por los bolcheviques. A esta altura los dirigentes sindicales y estudiantiles deberían saber que en un régimen controlado por el MLN quedarían sometidos a la voluntad de los que mandan y perderían las libertades que les asegura el Estado de Derecho. (3)

Por su parte, Sánchez alentó las movilizaciones callejeras y las ocupaciones como método central de lucha, lideradas por aquellos sectores que promueven los cambios (“hay que rodear las movilizaciones”, conducir la retaguardia), o sea ellos mismos. Todo esto que refleja una inconfundible voluntad de mandar aparece en una nota de El País del 10 de octubre, que vino acompañada de una foto en la que se ven en primera fila al ex presidente Mujica y a la senadora Lucía Topolansky.

Nada de lo que se informa aquí es nuevo. En una entrevista concedida a La Diaria en febrero, José Mujica se expresaba en términos que indicaban que no creía en la democracia pluralista como institución perdurable: Que ‘el Ejército tiene que cumplir su labor institucional…’. Sí, sí, pero las clases sociales existen, querido, y los militares están para un lado o están para el otro. Nos ubicamos en planos de objetivos distintos: yo incluyo en la sociedad a las Fuerzas Armadas, porque necesito Estado, y las Fuerzas Armadas están en cierta medida en el origen del Estado…

Este es el lenguaje de la correlación de fuerzas (del “ellos” y el “nosotros”, nuestra tribu y la de ellos), que no admite la conciliación y significa en los hechos la aniquilación de la política tal como fue inventada hace más de 2500 años. En una columna muy lúcida titulada El populismo de nuestro tiempo, Heber Gatto analiza el maridaje entre enemigos de antaño, el populismo y la izquierda tradicional, y describe el ropaje con que aparecen en el presente: “Laclau, Mouffe, Ranciere o Foucault, sustituyeron a Marx y Engels en la conducción ideológica, y del proletariado se pasó sin transiciones a la creación del ‘pueblo’ como nueva entidad revolucionaria. Producto de la lucha política entre las masas, o las etnias (el nosotros) y la oligarquía, los blancos (los otros). En una confrontación que si ya no es armada pasa a ser una lucha simbólica donde la consigna es imponerse discursivamente al ‘enemigo’. Derrotarlo para imponer la voluntad hegemónica de los vencedores en un ámbito sin garantías, solo exteriormente democrático. (…) Es cierto que con elecciones periódicas. Pero ya no con libertades, partidos autónomos, Poder Judicial independiente, derechos humanos o instituciones que los hagan respetar. La soberanía ha quedado en la desnuda voluntad de la mayoría. La Constitución ha dejado de ser un pacto consensual y la democracia liberal un lejano recuerdo.”

De acuerdo a lo que expresó el ex presidente brasileño Fernando Henrique Cardoso en una conferencia organizada por el semanario Búsqueda (4), en Brasil se intentó usar a Petrobras para perpetuar al PT en el gobierno. Es el mismo procedimiento que aplicó Chávez en Venezuela y que, con menor éxito, aplica Cristina Fernández en Argentina. La diferencia es que la justicia brasileña truncó la maniobra, mientras que Chávez consiguió someter a la justicia venezolana y Fernández mantiene en jaque a la suya. Últimamente vinimos a descubrir que estos métodos también se emplean en Uruguay como si se tratara de un plan consensuado. Por boca del propio Mujica supimos que los gobiernos de Brasil, Argentina y Venezuela intervinieron en su favor cuando se postulaba a la presidencia, y que, por consejo de Lula, se volcó a hacer campaña en favor de Tabaré Vázquez a sabiendas de que lo prohibía la Constitución (reveló ambas cosas en Una oveja negra al poder). Descubrimos también que Ancap destinó dinero público para hacer campaña en favor de candidatos del Frente. Pero lo más grave es el intento de sometimiento del Poder Judicial que realiza el Gobierno por la vía de negarle recursos (cumpliendo con la amenaza proferida hace unos años por el diputado Esteban Pérez: Parece que los magistrados se olvidan de quién vota y quién asigna cada peso que ellos gastan en el supuesto intento de impartir justicia(5)).

En suma, son abundantes las señales que dan los núcleos duros del Frente sobre sus intenciones de perpetuarse en el gobierno. Recuérdese la amenaza que lanzaron Topolansky y los sindicatos durante la contienda electoral pasada para el caso en que el Frente perdiera las elecciones. Lo llamativo es que este anhelo de poder va acompañado de una enorme pobreza de ideas. Hasta ahora todo se redujo a no castigar demasiado a los sectores que generan la riqueza (Mujica: “si entierro el capitalismo no tengo con qué sustituirlo en lo inmediato en la generación de riqueza” (6)), y a blindar aún más a sectores ya blindados en detrimento de quienes quedan fuera del festín y apenas reciben las migajas. El resto es un afán de poder por el poder mismo.

Mi pregunta es, ¿cómo llegamos a un estado de cosas en que el Uruguay democrático es gobernado por gente que no cree en la democracia?

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(1) Tulbovitz, Ernesto y Danza, Andrés (2015) Una oveja negra al poder. Buenos Aires: Editorial Sudamericana.
(2) Luxemburgo, Rosa (2005) Crítica de la Revolución Rusa. Buenos Aires: Ed. Quadrata.
(3) Los sindicatos solo tienen sentido en una economía de mercado. En una economía centralizada están destinados a desaparecer o transformarse en un coro bien pagado. Aquellos que conservan o se ganan un resquicio de independencia terminan rebelándose contra la autocracia, como Solidarność en Polonia.
(4) »Fernando Henrique Cardoso llamó a un ‘nuevo pacto’ para superar la crisis de Brasil, aunque duda que Rousseff pueda liderarlo» en Búsqueda, Jueves 1º de octubre de 2015.
(5) «Jueces estudian acciones contra diputado del MPP» en Últimas Noticias, 11 de abril de 2008.
(6) «Mujica defiende necesidad de seguir con el capitalismo» en ABC Color, Asunción del Paraguay, 6 de enero de 2014. A tales efectos fue capaz de mezclarse con gente de dudosa catadura y apoyarse en versiones empresariales que no dudarían en censurar los más acérrimos defensores de la economía de mercado.

Un comentario en “Un horizonte tormentoso

  • Altair18 Oct, 2015, 4:46 pm

    El artículo termina con: «Mi pregunta es, ¿cómo llegamos a un estado de cosas en que el Uruguay democrático es gobernado por gente que no cree en la democracia?» No, la pregunta es ¿qué pasa con la educación valeriana que es incapaz de crear ciudadanos que entiendan, valoren y difiendan la democracia? De forma tal que cualquier aventurero no democrático, ayer y hoy, tienen éxito demasiado fácil. Realmente seguimos pensando que nuestra «educación valeriana», a partir de los 60, es buena? en qué? en que 2+2 son 4, y además? Y digo a partir de los 60 que es lo que conozco porque no soy historiadora y la valoración anterior se me escapa por completo. La nuestra es una educación que no sirve para nada, no da elementos de ciudadanía, ni se enteró que existe la inteligencia emocional, en razonamiento enseña bien a quién es capaz de seguirla, lo mismo en letras. Si el alumno sigue en esos dos últimos aspectos es buena, de lo contrario ni siquiera en eso. En todo lo demás un 0 absoluto. No es capaz de enseñar a razonar, a mantener una opinión y defenderla con argumentos, sin ofender ni ofenderse porque otros opinen distinto, no enseña a negociar, no enseña a trabajar la autoestima, no da elementos para moverse en el mundo laboral actual… nada!

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