En tres funciones principales, con tres propósitos específicos, fueron a las urnas los ciudadanos uruguayos el último domingo de octubre de 2014: para definir un plebiscito constitucional, para elegir en única vuelta las dos Cámaras del Poder Legislativo y para votar Presidente y Vicepresidente de la República, en única vuelta si alguna fórmula de candidatos a estos cargos superaba la mitad de los votos emitidos o como primera instancia de la que emergerían las dos fórmulas que disputarían un balotaje si aquel resultado no se registraba efectivamente. Esto último fue, notoriamente, lo que sucedió, en virtud de lo cual las fórmulas Vázquez-Sendic y Lacalle-Larrañaga dirimirán la segunda vuelta presidencial el último domingo de noviembre de este mismo año. En esas tres vertientes debe desenvolverse cualquier análisis de los resultados de la votación, de sus inmediatas consecuencias jurídicas (rechazo de la enmienda constitucional plebiscitada, parlamentarios elegidos, etc.) y de las implicaciones políticas de ambos, resultados y consecuencias.
1.- La enmienda constitucional sometida a plebiscito no fue aprobada. La apoyó casi un 47% de votantes, lo que hace ambiguo el resultado. Faltaron a la iniciativa muy poco más de tres puntos porcentuales para quedar sancionada. En tales circunstancias, la significación sociopolítica del pronunciamiento es, en mi opinión, la de que nada se ha clausurado. No habrá mandato constitucional reformado, en materia de jóvenes y adolescentes infractores, pero ese virtual 47% es un grito que señala un problema irresuelto y una historia de sufrimiento cotidiano, en muchísimos casos irreparable. En lo personal, contribuí con el resultado, porque no voté la enmienda. Pero no quiero ignorar que aquel grito viene de los estratos más pobres de la ciudadanía. Y que interpela al nuevo Parlamento, que deberá legislar en términos que dirijan y orienten una acción eficaz contra la inseguridad y la delincuencia. No solo contra las transgresiones graves de los menores, por cierto, pero sin dejarlas en un limbo de indiferencia demarcado por palabras que no convencen y que en rigor disimulan una falta de compromiso del sistema político con la rehabilitación de aquellos adolescentes.
En el ámbito del Poder Legislativo puede buscarse una respuesta abarcadora, que aborde el problema en su compleja integridad, lejos de todas las simplificaciones que se han enfrentado en el trámite plebiscitario que acaba de culminar.
2.- Este nuevo Parlamento ha sido conformado, casi íntegramente. Falta asignar una sola banca en el Senado, la banca del Vicepresidente, que se cubrirá mediante el balotaje. Ese Vicepresidente será Presidente de la Asamblea General y preferimos poner en el siguiente orden las jerarquías que investirá el segundo integrante de la fórmula que venza en noviembre: será Presidente del Poder Legislativo y Vicepresidente de la República.
El amplio favoritismo que para la segunda vuelta ostenta el binomio Vázquez-Sendic corrobora los resultados generales de la elección parlamentaria. El Frente Amplio ha mantenido su porcentaje de la elección anterior y posee virtualmente mayoría absoluta en la Cámara de Representantes (ésta ya la ha logrado) y en la Cámara de Senadores (favoritismo mediante). Se han producido, entretanto, cambios de gran envergadura en la composición de las bancadas frenteamplistas: el Movimiento de Participación Popular, núcleo del llamado Grupo de los Ocho, ha incrementado sustantivamente sus ventajas sobre el Frente Líber Seregni y sobre el Partido Socialista; lo ha hecho, inclusive, sobre la suma de estas dos últimas alineaciones.
En la oposición al actual gobierno (y probablemente al próximo), también se ha acentuado la prevalencia del Partido Nacional sobre el Partido Colorado y el Partido Independiente. Este último creció y accede al Senado. El Partido Colorado agravó su debilidad electoral. El nacionalismo subió un par de puntos, pero no a costa de su principal contendor, el Frente Amplio, sino de los colorados. El Partido Nacional puede sostener, y no es una circunstancia menor, que sigue siendo el partido político de mayor caudal electoral, si se admite, como los analistas coinciden en afirmar, que el Frente constituye una coalición, si bien estable y con alta disciplina en sus representaciones.
Dos percepciones permiten interpretar esos resultados, en nuestra opinión. Por una parte, nos parece innegable que el hecho de alcanzar una tercera mayoría absoluta en el Legislativo, o lo que implica expresar lo mismo de otra manera, el volver a imponerse claramente tras dos períodos de gobierno representa el mayor éxito político-electoral de toda la trayectoria del Frente Amplio. Por otra parte, vemos en ese éxito una tónica conformista, el apoyo a una prédica de continuidad, que soslaya las frustraciones que el país ha padecido largamente y que los gobiernos frenteamplistas no han superado. En el área educativa, principalmente, pero también en la modernización del ineficiente aparato estatal. Se echa de menos en la apelación a la ciudadanía que hace actualmente la fuerza triunfadora un énfasis desarrollista imprescindible, porque no hay que confundir el crecimiento económico de los últimos años (sustentado en exportaciones del sector primario y con escaso valor agregado, salvo en parte los lácteos) con el dinamismo tecnológico-productivo y los saltos de calidad del recurso humano nacional que caracterizan el verdadero desarrollo.
3.- La segunda vuelta de la elección presidencial abre sendas oportunidades, a las fórmulas que compiten y al cuerpo electoral que vuelve a pronunciarse. Tienen los candidatos a la Presidencia y Vicepresidencia la ocasión de afinar sus mensajes, de llevarlos a los escenarios propiamente gubernamentales, de aludir expresamente a los cambios que los propios votantes deben adoptar en sus pautas de conducta si quieren un quinquenio de logros y novedades. Pueden los electores, por su lado, emitir directrices más precisas, más exigentes a quienes conducirán los procesos de toma de decisiones; pueden mostrarse no tanto identificados con la fórmula que prefieran sino depositando en ella una confianza condicionada, sujeta a rendición de cuentas y estimación de resultados de gestión.
También surgirán en esta instancia señales acerca de las relaciones entre los partidos. Buenas o malas señales. Aunque el Frente Amplio ha conseguido ya una resonante victoria, y se perfila como para acentuarla aun en el balotaje, no debería sobreestimar la mayoría absoluta. A la hora de integrar equipos de administración (en los entes autónomos) y de legislar en ciertas materias, esa mayoría no lo vuelve autosuficiente. Ni se sitúa en la autosuficiencia cuando de intentar introducir transformaciones sociopolíticas se trata, porque las reformas profundas sólo empiezan con la sanción de una o varias leyes un camino largo y nunca sencillo, en el que la recepción de toda la sociedad resulta definitoria. En los dos últimos períodos, el Frente Amplio ha aceptado la alternativa de establecer normas valiéndose de un solo voto de ventaja, por lo común haciendo jugar su mayoría absoluta, vale decir, confiriendo a aquellas disposiciones el respaldo de un solo actor partidario. Creemos que es una práctica desaconsejable, por múltiples razones que no podemos exponer en este breve comentario.
Hay posibilidades de abordar de otro modo algunas cuestiones trascendentes. Con acuerdos interpartidarios que proporcionen sustentos más anchos y consensuales. La negociación no entraña debilidad, ni en los actores ni en las resoluciones convenidas. Mirando los programas y atendiendo las manifestaciones surgidas en la campaña electoral, pensamos que podrían tomar ese cariz decisiones tales como el ajuste de la inserción económica internacional, la vigorización de la labor de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) y la evolución de las políticas de asistencia social hacia intervenciones más ambiciosas de promoción de las capacidades autónomas de sectores excluidos o amenazados de exclusión. El ganador del balotaje tendrá, en este sentido, la primera palabra.
(Publicado, entre la primera y la segunda vuelta de la elección presidencial, en “Carta Obsur – Revista Digital”, Número 38, noviembre de 2014.)
4.- Tras el balotaje, un comentario: dijimos esperar, a) de parte de las fórmulas que pasaron a segunda vuelta, mensajes más estrictamente referidos a los escenarios postelectorales marcados por las responsabilidades de gobierno y, también, la indicación de lo que debe cambiar en la conducta de la propia ciudadanía si realmente desea un quinquenio de logros y novedades; b) de parte del cuerpo electoral, directrices más exigentes hacia los candidatos en pugna. Lo dijimos porque, en efecto, abrigábamos débilmente esas expectativas, que creemos compartidas por no pocos electores. No se cumplieron ni siquiera mínimamente, en nuestra opinión.